Hombre murió abandonado por su familia en un asilo. Lo que dejó bajo su almohada hizo llorar a todos

Todos o casi todos tuvimos la fortuna de criarnos al lado de nuestro padre y nuestra madre, los cuales son seres de puro amor y luz que sin lugar a duda darían la vida por vernos reir o simplemente por saber que somos felices, son personas que fueron capaces hasta de dejar de comer con tal de que nosotros tuviésemos todas nuestras necesidades cubiertas.










No obstante algo pasa en el momento en que crecemos y nos independizamos, y es que pareciera que olvidamos cada una de las cosas que nuestros padres hicieron por nosotros, y desgraciadamente terminamos pagándoselo sin tenerles paciencia y muchas personas incluso terminan optando por meterlos en un ancianato o asilo.
Y así fue la historia de este pobre hombre el cual fue abandonado en un asilo por sus hijo y simplemente murió en un sitio sin nadie que lo cuidara ni que lo quisiera, sin duda alguna es una de las peores formas de morir, no obstante dejo una carta dirigida a los enfermeros y a sus hijos, la cual le ha dado la vuelta al mundo con sus conmovedoras palabras.
Un padre es el regalo más valioso que todos hemos recibido y que debemos valorar con todas las fuerzas. Sin embargo, algunos hijos no se sienten agradecidos con sus padres y no le dan la atención que merecen.










Especialmente cuando llegan a cierta edad, prefieren abandonarlo en un asilo en lugar de cuidarlos. Para colmo, una vez en el asilo, se olvidan de ellos y rara vez lo visitan y le dan cariño. Ese fue el caso de Mak Filiser, un señor mayor a quien sus hijos prefirieron que un asilo se encargara de él.
Todos los días, este señor recibía la atención y el cuidado de las enfermeras que trabajaban con esmero. Sin embargo, él lo único que pedía era recibir el cariño de sus hijos que con tanto amor había criado.
Cierto día, las enfermeras encontraron una hoja doblada entre sus cosas y la tomaron. Al leerla, se les rompió el corazón y la compartieron con el resto del personal. Ellos le pusieron por nombre a aquella poesía “Escorbútico Viejo” y dice así.

Poesía del viejo del asilo


Cuando me miras ¿Qué ves?
¿ves a un hombre enfermo sin ganas de vivir?
¿Qué piensas cuando me ves?










¿Ves a un anciano, un poco torpe
con hábitos despreciable y mirada lejana
al que la comida simplemente le cae en la boca
y no responde a nada?
Ustedes todavía siguen tratando de que coma
y dicen en voz alta ¡Al menos inténtalo y pruébala!
Alguien que pierde su calcetín y sus zapatos
quien queriendo o sin querer les deja realizar su trabajo conmigo
Un viejo que extiende sus horas de baño y de comida
solo para acortar la duración de sus días
¿Es eso en lo que piensan cuando me ven?
Abran los ojos y véanme bien enfermeros…
No me están mirando a mi
Yo les diré quién verdaderamente soy.
Soy un bebé recién nacido
a quien su madre le da de comer.
Soy un niño de 10 años con padre, madre,
hermanos y hermanas que se quieren mucho.
Soy un adolescente de 16 años con mucha energía
quien sueña con encontrar en los próximos años la mujer de su vida. Un novio de 20 años con el corazón latente por su dama, que a los 24 años ya se ha casado con esa persona especial.
Soy un joven padre que cría a sus hijos.
Ya con 30 años y mis pequeños han crecido rápido,
pero hago lo posible por pasar ratos con ellos
para cultivar una relación que ha de durar mucho.
A mis 40, ellos ya son pre adultos y siguen creciendo,
unos ya se fueron de la casa, otros también se casarán,
pero a mi lado siempre estará mi querida esposa.
Con 50 años vuelvo a tener un bebé en mis brazos,
la alegría de ser abuelo es incomparable.
Los niños juegan en mis piernas y se divierten.

Pero días tristes vuelven a tocarme,
Mi amada esposa fallece.
Miraba al futuro con miedo y escalofríos.
Mis hijos hicieron su vida,
los nietos también lo han hecho,
entonces pienso en los años que ha pasado,
en aquel momento que conocí el amor.
Hoy soy un viejo sin fuerzas,
la naturaleza es muy cruel y no perdona.
Todos te miran con desprecio
como si fueran un inepto inservible.
Las fuerzas se van, la gracia desaparece,
te vuelves un puro cascaron,
aunque el joven introvertido todavía viva dentro.
Me acuerdo de las alegrías… del dolor,
Amo… vivo la vida de nuevo,
Pienso en los años, en lo rápida que se van,
entonces acepto la dura realidad,
Nada es para siempre.
Por eso enfermeros, les pido que abran los ojos.
No vean al anciano colérico,
acérquense más, un poco más,
¡Véanme a mí, al verdadero yo!
Sin duda, esta carta debería hacernos reflexionar mucho en la atención que le damos a nuestros padres. Especialmente cuando están viejos es cuando más nos necesitan. Por eso, no los abandonemos, y démosle la atención que ellos se merece. Nos criaron con mucho esfuerzo y empeño, ahora nos toca devolverles el favor. Comparte esta historia en tus redes sociales y ayúdanos a hacer conciencia sobre este grave problema.

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